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dudas existenciales y más negligencias
Ayer fue uno de esos días que me levanté torcida. Torcida y susceptible. Por la tarde, llegué a casa tan destrozada que encendí la tele y me lancé en plancha al sofá, sin quitarme el abrigo (sospecho que, desde el domingo, el Síndrome del Abrecrem me persigue). Debí de dormir unos 30 minutos hasta que,…