Es milagroso: en la octava semana de embarazo el embrión ya tiene forma humana, mide unos 18 mm. y pesa 0,25 gramos. Parece ser que esta semana empiezan a formarse  las manos y los pies y pueden distinguirse ya los pequeños deditos todavía palmeados. La placenta y el cordón umbilical sustituyen al saco vitelino a la hora de proporcionarle los nutrientes y el final de la columna, que parecía un rabito, comienza a desaparecer. Como no hay suficiente espacio en el abdomen del embrión, los intestinos se están creando y van  pasando uno de sus anillos centrales al cordón umbilical: desde este momento empiezan a funcionar eliminando los desechos del embrión. En el corazón se puede apreciar con claridad la válvula pulmonar y la válvula aórtica. Aunque todavía es cartílago y todavía no podemos hablar de huesos, la estructura ósea puede verse a través de la piel traslúcida. En la cara se están formando la nariz, las orejas y los párpados.

Jota y yo seguimos jugando al ratón y al gato. No he podido resistirme y le he llamado al móvil sin un propósito definido pero ahora es él el que no me coge el teléfono. No tenía que haberle llamado: si algo tengo claro es que en esta encrucijada ha concluido nuestro viaje juntos. Esto en teoría está muy bien pero por las mañanas no puedo evitar que me falte el aire cuando intento respirar en el vacío de su ausencia.

+ info en pequelia