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Hoy es uno de esos días extraños en los que el cuerpo me pide actividad aunque me encuentre extenuada. He dormido apenas cuatro horas pero a las 8.00 h. al abrir el primer ojo he saltado de la cama (fenómeno poltergeist en mi curriculum). Necesito moverme para no pensar.

Hoy Madrid ha amanecido luminoso y promete primavera así que he ido a mi encuentro en un paseo matinal con banda sonora. Me gusta esa sensación de ventaja que me regala este domingo sobre el resto de los mortales, mientras todos holgazanean entre las sábanas yo me lanzo a la búsqueda de mi misma.

Hoy por primera vez desde hace muchos años, no tengo prisa. Me siento dueña de mi tiempo y los minutos revolotean a mi alrededor en una dimensión propia.

Hoy estoy rozando la paz con los dedos. Almaceno en mi memoria el olor a domingo, a cesped mojado y a trepadoras en flor de Alfonso XIII. En algún lugar de esta calle, seguramente en otra vida, me perdí.  Malena me patea el estómago activa y eficiente, demandando la máxima cantidad de energía que yo sea capaz de generar. Creo que está sonriendo.