Sospecho que llegado al límite. Es el baremo. Tengo un test infalible de neurosis para detectar que estoy insoportable. Detesto -hasta que me duele el alma- al menos siete de los siguientes ítems:
1- Detesto que se me escondan las zapatillas de “estar por casa” debajo de la cama. Pasan semanas hasta que las recupero con una escoba y en estos momentos ni siquiera así puedo alcanzarlas, así que, creo que hoy por hoy tengo cuatro pares camufladas bajo el catre, si es que todavía no se las han comido las pelusas de mi apartamento.
2- Detesto mi manía de escribir los e-mail de la gente deprisa y corriendo, sin acabar de anotar el final de la dirección. Luego me vuelvo loca cuando no llegan ni de casualidad y tengo que reenviarlos insistentemente probando las diferentes combinaciones y gritando mecagoentó mientras me pregunto si el e mail acaba en punto com, punto es o punto joderquénarices ¿por qué siempre hago lo mismo? No me puedo soportar.
3- Detesto cuando me llaman al móvil y estoy con la primera cucharada del primer plato. Resulta paradójico pero sufro un TOC inexplicable y todavía sin descubrir que consiste en coger siempre la llamada. Una fuerza irresistible me obliga a descolgar el teléfono y a arrepentirme después. No lo entiendo y no lo soporto pero soy incapaz de ignorar el móvil cuando estoy comiendo, me pongo nerviosísima.
4- Detesto que me acaricien la tripa a la altura del ombligo: lo tengo totalmente disparado, sobresale al menos un centímetro de mi perfil, como un enorme pezón-cíclope y ya no soporto ni el roce con la ropa. Tengo que contenerme y esbozar una sonrisa congelada para no abofetear veintisiete veces al autor/a de la osadía.
5- Detesto a los taxistas que invaden mi trayectoria de la calzada circulando entre dos carriles. Son de la misma especie que los asilvestrados que creen que los intermitentes se definen como un elemento ornamental exclusivo del día de Navidad.
6- Detesto los olores que no puedo identificar. Huelo todo. Los vasos antes de beber, un boli si me lo prestan, el ticket de Mercadona, las llaves del coche cuando lo aparco, mi mano a escondidas después de saludar formalmente a alguien… no puedo parar de oler. Inexplicable y compulsivamente, necesito reconocer un olor determinado. Si no lo consigo, me inquieta de tal manera que temo sufrir una crisis de ansiedad inminente. Sin ir más lejos, ayer percibí un olor extraño en el ascensor y de pronto me sorprendí a mi misma oliendo los botones uno por uno. No hace falta que hagáis ningún comentario al respecto.
7- Detesto que invadan mi espacio. Cuando en el metro, en una sala de espera, en las escaleras mecánicas de un centro comercial o simplemente en el Take Away alguien se me acerca a menos de 50 cm. Empiezo a toser como si tuviera una enfermedad contagiosa, a hacer ruidos repetitivos con la boca a modo de tic de trastornada con delirio paranoide o a mover una pierna espasmódicamente para simular que estoy sufriendo convulsiones. Misión: ahuyentar al intruso. Respetad mi espacio, coño.
8- Detesto lavarme las manos en un servicio publico. Si tengo que hacerlo y el grifo no se cierra automáticamente, lo dejo abierto porque soy incapaz de tocarlo con las manos limpias. Si lo hiciera, tendría que lavármelas de nuevo y entraría en un bucle infinito.
Conclusión: test positivo. Estoy inmersa en mi rol de neurótica insoportable.
Quiero pensar que son las hormonazas.
12 respuestas a “detesto todo”
JAJAJAJAJA y no detestas cuando comes algo que se te cae en lugar de al suelo(como antes)cae en la barriga-???jajajajaja
Besos mi loca preferida!!
Mira, pues eso no me molestaba, pero ahora que lo dices, seguro que empiezo a neurotizarme también jajajaja!!!
Un beso!
pero… esas cosas (menos la del ombligo) ya te pasaban antes del embarazo no?????
jajaja ay que ver como están las cabecitas!!!!
Ya me pasaban Amparo pero ahora estoy neurótica x 10. Es exagerado.
Más hormonas = más ansiedad = más neurótica
Conozco la sensación horrible del roce del ombligo. Hay un truco bastante cutre pero que ayuda muchísimo, créeme: una tirita o un poquito de esparadrapo cubriendo el ombligo. Yo lo usé al final de mi embarazo, no soluciona el problema completamente pero te quita la dentera y la molestia de cualquier roce por mínimo que sea.
Besos
No se me había ocurrido Tiempos, la verdad es que oy a ser una mamá con pocos recursos. Te puedo decir que acabo de ponerme el «parche» con tiritas y se soluciona bastante la sensación horrible de roce con la ropa.
gracias lista, que eres una lista!
ay madre, pues si que estás de atar, en cuanto a lo de la madre sin recursos no te preocupes que fijo que van saliendo solos y si no, preguntanos a nosotras!
Nada de madre con pocos recursos, es un truco que pasa de madres a preñis, como tantos otros. Lo importante es compartir nuestra «sabiduría», jajajaja!
Chica, estamos de atar. Las hormonas de las embarazadas no han sido suficientemente estudiadas por la ciencia. De verdad fliparían mucho si llegasen a comprender a qeu niveles de paranoia, estulticia, depresión, situaciones bipolares, etc, son capaces de llevarnos las putas hormonas a estas alturas del embarazo.
Me ofrezco como conejillo de indias para el análisis, así al menos no pensaré en todas las cosas que hacen que mi cabeza este contínuamente a punto de estallar.
Pero de atar. Muchas veces me doy miedo.
Que no estalle tu cabeza, tú piensa que en realidad no es para tanto, que seguro que son tus hormonas… creeme, da resultado
¿cómo estás
Voy mejor, pero tampoco estamos para tirar fuegos artificiales.
Cuidate mi niña. Y recuerda lo que te dije, que te invada el espíritu de Escarlata O’Hara. No es momento de tomar decisiones ni de luchar por causas perdidas. Quizás no son tan perdidas como imaginas, las hormonas nos han alterado la percepción de la realidad…
beso gordo