Quiero tener un flashback: fue en Barcelona el 25 de septiembre, Luz de Gas, cuarto de baño de las chicas, dos de la madrugada y en un estado totalmente ebrio que, desde la perspectiva que me otorga el tiempo transcurrido puedo calificarlo objetivamente de precario y lamentable. La fiesta era un auténtico coñazo, de esas en las que te encuentras aprisionado entre un cruce de charlas encadenadas, infinitas,  sonriendo como si fueras mema porque no tienes ganas de pensar cómo continuar otra conversación absurda.

La gente hablaba y hablaba sin parar, era como un mal sueño: estábamos rodeados de personajes extraños, ávidos de protagonismo y con las neuronas en huelga: pseudo pijos decadentes adictos a resorts de oferta,  cuarentonas con Levi’s de cintura alta que guardan en su armario desde el viaje de ecuador de la facu de Derecho, ejecutivos de vodafone con pelito de Carlos Baute y niñas borrachas súper monas, alérgicas a la cultura y pintadas como puertas.

En mi defensa tengo que decir que nuestro aburrimiento era tan intenso que un mojito nos llevó a otro y acabamos apareándonos salvajemente en el servicio de las chicas. Considero que entrar en detalles sería apelar a lo grotesco de manera gratuíta pero quiero aclarar que Jota, perdón, Engendreitor y yo llevábamos un año utilizando el preservativo y no es lo que se dice un metodo anticonceptivo demasiado fiable. Sobre todo si en un subidón de líbido, vas y no te lo pones.