A eso de las 6.30 h. de la madrugada, Caro logró convencerme de que nos fuéramos ya para el Hospital. Intenté resistirme porque las contracciones seguían arrítmicas pero me dejé llevar derrotada: la línea púrpura no avanzaba y el dolor de las contracciones era simplemente inhumano.
Cuando llegamos al Hospital pensé que no sería capaz de cruzar la puerta de acceso porque una contracción bestial me dejó paralizada justo en el umbral. En recepción-información estaba como poseída.
Enfermera: tranquilícese y responda ¿de cuantas semanas está?
Yo: (resoplando. Me encontraba en el momento álgido de otra nueva contracción)
Caro (solícita): de 41 + 4
De pronto, sucedió. Noté una explosión dentro de mi, algo me había golpeado con violencia desde dentro mientras un líquido caliente me resbalaba entre las piernas. Casi convulsiono, no sabía qué estaba pasando. Alarmada, imaginé una hemorragia y, ya fuera de mi, me bajé las bragas en la recepción del hospital: necesitaba ver qué narices pasaba en mi zona cero. Estaba completamente asilvestrada, en una dimensión paralela, en otro mundo donde no era consciente del numerito, donde el bajarse las bragas no tenía la más mínima importancia.
– Enfermera: No, nooo! Aquí no…
-Yo (histérica mirando el charco del suelo): He roto aguas y están sucias ¡están sucias! ¡llame a alguien, por favor!
De alguna parte llegó un celador y me subió a una silla de ruedas. recuerdo el momento con dificultad, como en una nebulosa y a cámara lenta como una concatenación de secuencias inconexas. Pasillos silenciosos y salitas desiertas. Eran las 7 de la mañana, Caro me daba la mano sonriendo forzadamente mientras entrábamos en un ascensor y yo me moría de miedo. La siguiente contracción fue mucho más dolorosa que sus predecesoras, me partió en dos. Empecé a llorar y sentí que perdía el control. Sólo pensaba en que las aguas estaban sucias, necesitaba que alguien me dijera que todo iba bien. Maldije a mi matrona hada madrina por no estar conmigo. Sabía que iba a pasar esto, sabía que desde el momento en que cruzara la puerta del hospital, todo se iba a complicar. Estaba aterrorizada. Hice esfuerzos, me tragué las lágrimas, me obligué a pensar en positivo, inicié una conversación absurda para entretener mi cabeza hasta que fui consciente de que estábamos en un ascensor y me invadió una terrible claustrofobia. No podía respirar, la maldita puerta del ascensor no se abría nunca. Todos mis miedos se empezaban a sumarse uno a uno. Comencé a abanicarme violentamente con mi carpeta de embarazada. Perdí el oremus.
– Yo: Caro, voy a desmayarme, quiero salir. Diles que me anestesien o que me droguen pero que lo hagan YA. Tengo un miedo que me cago
– Caro: (firme): No digas tonterías, estás perfectamente y tienes que tranquilizarte para ayudar a Malena a nacer. Coño, Carmen, en dos minutos te van a decir que todo va bien! A ver cariño, no me seas histérica ahora, por favor te lo pido. tranquila. Podemos. PODEMOS!
– Yo: otra contracción! ¿ya? ¿tan pronto?
Se abrió la puerta del ascensor
– Caro (susurrando): shhhh! Po-de-mos. Po-de-mos
– Caro + yo: Podemos. Po-de-mos. Po-de-mos. Po-de-mos.
El celador ni se inmutó. No quería mirarnos. Con toda certeza estaba cansado de escuchar sandeces a parturientas neurasténicas. Era curioso, se parecía al rubio de Los Pecos (de mayor). Pensé que era un estúpido sin sentido del humor.
El clon rubiales nos condujo hasta una salita donde una doctora también rubia con cara de insecto palo me recogió todos los papeles y después de un interrogatorio que se me hizo eterno, procedió a realizarme un tacto. A la ginecóloga de turno le faltó meterme también el codo. Rauda y sin ningún miramiento me desvirgaba por tercera vez en mi vida mientras musitó sin alterarse ante mi grito de dolor: «está de parto, ha dilatado 6 cm.»
Dos lagrimones resbalaron por mis mejillas. Seis centímetros sólo. No sabía si sería capaz de soportar los otros cuatro centímetros sin epidural…
(Continuará)
14 respuestas a “de cuando nació Malena (II) – bragas fuera”
Carmencita la pierde bragas!!, jeejeje. Te debiste llevar un susto de muerte, pero mirándolo con perspectiva la verdad es que la escena es muy cinematográfica.
Que bueno imaginarte quitándote las bragas!!! jajajaja la cara de la de recepción debió ser un poema
que fuerte me ha parecido todo! me ha encantado el relato «supercagante» ajjajaja esperamos la tercera parte!
se lee tan terrorificamente increible… no hay otra experiencia como esa… imposible no?
te sigo acompañando en el relato Carmen.
no se bien porque pero miro mi cicatriz de cesarea y lloro..
aunque debe ser porque me sacaron el chocolate y el pan…y los necesitooooo
jajajajajaja estoy desintoxicandome, todo sea por el higado de mi peque.
como se pierden los recatos no? a mi me llevaron en sillas hasta el quirofano con esas batas ridiculamente pequeñas con el trasero monumental al aire…
besicos!!!!y te leo mañana!!!!
Valeria… te he leído y me ha hecho mucha gracia lo de «a dieta»… la próxima semana me uno a tu campaña adelgazante. Esta semana me la he tomado de reflexión y de party despedida de el heladito de por la noche y las galletas de chocolate entre horas.
Y del donut de por la mañana.
Se me está poniendo un culo excesivamente redondeado.
Jajaja! me encantaaaa ¡ te pones las botas, bonita!!!
Ole tu culo redondo!
Sigue acompañándome, Valeria. Ánimo con tu dieta! Se puede vivir sin chocolate (eso dicen)
Un beso grandísimo. Que mejore tu peque de la ictericia… ya verás como en nada le quitan la luz!
besos
Añado también, que tengo serias sospechas en que Toni Genil sea el padre de el rubio de Los Pecos. Mira: http://farm1.static.flickr.com/203/461917062_c0227dd971_o.jpg
Qué escalofriante! Tus sospechas no son infundadas!!!
ES BUENÍSIMO!
Insecto palo???? Por que vivimos en ciudades distintas que si no aseguraría que te trató mi ginecóloga, a la que yo llamo Doctora Tous.
Y perdón, pero me he descojonado imaginando al doble de Los Pecos llevandote en sillita. Ese chico no tenía cuello, verdad? Era como cuando a la Barbie se le salía la cabeza y la volvías a encajar, que se quedaba con las orejas pegadas a los hombros… cosa mas rara por favor…
¿cómo lo sabías? El Pecos rubiales carecía de cuello como las Barbies decapitadas ¡igualico, igualico el efecto!!! Eres la mejor
Muaaakk!
Es que al de Los Pecos le pasaba igual… no tenía cuello. Pero oye, es hijo de Dios igualmente.
A los sumos también les pasa. Es como si les hubieran enroscao la cabeza mas de la cuenta.
Eso y las gafas de culo de vaso (esas que hacen los ojos inmensamente grandes en proporción con el resto de la cara), son dos de las cosas estúpidas con las que puedo pasar horas riéndome sola.
Ays, qué emocionante!!!!
Me muero de la risa imaginando el momento «bragas fuera» en la recepción!!!
Yo lo recuerdo y también me parto. Es alucinante descubrir que en esos momentos te transformas en un animal. El parto es lo más salvaje e intenso que he vivido en mi vida. Lo fuerte es que me importaba una mierda bajarme las bragas en medio del hospital, qué increíble mi grado de acojone…