He entrado por la puerta del Hospital con la sensación de viaje sin retorno: una nueva crisis hipocondríaca se había apoderado de mi mente y de mi cuerpo. Cuando accedía al ascensor que me conduciría a la segunda planta, notaba cómo se iban paralizando mis piernas: estaba somatizando. Miedo a que algo saliera mal, a la cercanía del final, a los hospitales. Sólo quería que el corazoncito de Malena latiera al ritmo adecuado para alejarme cuanto antes del sombrío gigante gris.
Cuando una enfermera presurosa y despiadadamente ausente me ajustó las bandas abdominales, dudé entre salir corriendo o pedirle un cigarro. Nunca me he sentido tan “embarazada de serie”. Otras dos futuras mamás con tripas prominentes yacían impasibles en las camas contiguas conectadas a los monitores. Una de las preñadas sonreía inexplicablemente mientras menda tragaba saliva al oir el latido de Malena como el trotar de un caballo desbocado.
Reconozco que es una fobia, que como toda fobia es irracional y que tengo que conseguir superarla pero en esos momentos sólo tenía una obsesión: conseguir una media de 145 en el monitor para que me dijeran que todo marchaba bien. Un registro es una prueba indolora y cómoda que tiene como finalidad monitorizar el latido fetal, la intensidad de las contracciones y una serie de parámetros que indican el bienestar general del feto. Bien, pues para mi se ha transformado en la peor de las torturas: dios mío, ha sido un infierno. Sólo podía pensar en mi respiración, necesitaba calmar la taquicardia y sentirme las piernas de nuevo: con los nervios se había apoderado de mi la paranoia de que no podría volver a moverlas nunca más. Estoy enferma.
Podía distinguir con claridad los latidos de los bebés de mis compañeras que sonaban acompasados y regulares, mucho más rápidos que el de Malena. Me concentré, le supliqué mentalmente que se despertara, sacudí mi tripa para espabilar a la bella durmiente con sangre de horchata que dormía dentro como una pequeña marmota. Nada. Ritmo cardiaco a 115.
Después de una eternidad. La enfermera ausente se acercó y observó la tira ondulante de papel impreso que salía de mi maquinucho. Susurró un “este niño está dormido, tiene que despertarse YA” y salió volando de la sala mientras mis compañeras de registro se levantaban y se iban. Yo, taquicárdica y completamente inmersa en mi drama, no podía quitar los ojos de la puerta: sólo esperaba que, de un momento a otro, entrase el celador con una camilla para conducirme rumbo a quirófano. Lo sabía: me iban a practicar una cesárea de urgencia sí o sí. Respiré hondo y moví las piernas que me hormigueaban. Podía verlas en la cama inertes, como de cartón.
Cuando ya fantaseaba con una cesárea en mix con paraplejia inminente, la enfermera ausente regresó junto a mi cama arrastrando los zuecos con su cadencia particular y un vaso en la mano derecha: era zumo de naranja.
Malena se espabiló a los cinco minutos de tragarme el zumo como una posesa a la que le va la vida en ello. Los monitores marcaron 155 y toda la sala se inundó de una música preciosa que invitaba al baile y a la risa. De pronto, volví a sentirme las piernas.
Ya estoy de vuelta. Malena está como una rosa. Yo no.
Me temo que camino directa hacia un TOC.
13 respuestas a “el registro o dios mío, no me siento las piernas”
[…] – Mañana otra vez monitores, ya estoy convulsionando. Nunca habría sospechado que una simple monitorización me pudiera producir un estado tan salvajemente paranóico. Para mi, cada registro, es un infierno. Dios mio! un infierno. […]
Ay Carmen!!! Yo un día después de mi primera visita a monitores me puse de parto!!! Tranquila, se pasa un rato de nervios y tiritona pero no es para tanto!!! Malena estará aquí en nada!!! Estoy como si fuera a ser tía!!! Animo corazón, lo vas a hacer genial!
Bueno, bueno, una tiritona la supera cualquiera (ejem)
gracias cielo. Un beso gordísimo
Como te entiendo…!! en la semana 22 en una eco a las 8 de la mañana, mi marmota dormia como tal.
Ese ritmo leeeeeennto de toc……toc……..toc………toc……..toc…..Me bajo la presion y solo se me dio por llorar al rato…como de la nada, comenzo a moverse y me volvio el alma al cuerpo.
ya entrando en la semana 31,quede obsesionada con este tema y vivo alerta a sus movimientos.
Besos Carmen!!! Todo Va a Estar Bien!! 🙂
ay Carmen, qué susto me has dado con lo de las 115 y la cesárea inminente… eres única!!
si todo va a salir bien, aunque sea por estadística, es mucho más probable que salga bien a que haya algún problema, piénsalo así.
este sábado cumples… qué bien!! estoy viviendo tu pre-parto como si fuera el mío!!! o peor, jajaja!!!
venga, ánimo que ya no queda nada. Besos
Yo solo sé que con post como este se me sale el corazón por la boca de la ansiedad.
Estoy haciendo mas nervios que cuando tuve a Ricky Martin a dos metros de mí.
Ay que nervios copón.
A dos metrossss?????!!!!!
Yo diría que a menos.
Y cuando logré empujar a todas las adolescentes que tenía delante, no se de que manera, llegué hasta su coche y solo nos separaba el cristalito de la ventanilla.
Fue hace años… un día os lo cuento.
Es uno de esos episodios de mi vida que me da verguenza recordar.
Pero yo por Ricky Martin ma-to.
Carmen, casi me da un infarto cuando he leido lo de 115 pulsaciones, menudo susto me he llevado… Menos mal que enseguida has puesto que estaba dormida, buf!!!!!
Ufff, Carmen, a ver como te lo digo, cuanto Malena nazca, uhmmmm, no mejorarás…y menos en plena era de internet, con un montón de información a tu alcance…Te convertirás en una «hipocondríaca por poderes»…
Seguro que si! 😉
La verdad es que una de las sensaciones que yo he vivido (y sigo viviendo) con mas intensidad en el embarazo es la de miedo a que algo salga mal, yo sigo con mis pesadillas de malformaciones y enfermedades gravísimas… menos mal que ya no queda nada porque el TOC esta a la vuelta de la esquina jajaja
Me alegro muchísimo de que Malena este fantástica!
jajajaja! sólo espero que estas paranoias desaparezcan cuando tengamos a los/as pequeñajos/as con nosotras! Este sinvivir es insufrible!
Un beso!