Desde que me dijeron que tenía anemia estoy un poco de los nervios: no he tenido más remedio que acudir a internet para informarme compulsivamente. Ayer por la tarde tuve sesión intensiva de anemia ferropénica. Parece ser que la anemia durante el embarazo es un problema más común de lo que nos creemos: la deficiencia de hierro afecta a la mitad de todas las mujeres embarazadas. Durante el embarazo, esta deficiencia de hierro se ha vinculado con un mayor riesgo de nacimiento prematuro y bajo peso al nacer. Y no quiero parecer paranóica pero sigo igual de cansada que antes de empezar a tomar el hierro. Me preocupa porque mis contínuas crisis hipocondríacas me hacen planterme cada media hora que quizás la medicación no me está haciendo efecto o, lo que es peor, que me queda media hora de vida porque padezco alguna misteriosa enfermedad terminal que todavía no me han detectado.

El origen de la anemia en la embarazada se explica porque durante el embarazo el organismo incrementa el volumen de sangre: la embarazada  necesita tener suficientes glóbulos rojos para transportar oxígeno de su organismo a su bebé pero al aumentar el volumen de la sangre se produce una dilución de los componentes de la sangre: aumentan los glóbulos rojos pero sin alcanzar a compensar el aumento de plasma.

En otras palabras, la anemia se ocasiona cuando la cantidad y/o tamaño de los glóbulos rojos es inferior a los valores normales. Los glóbulos rojos transportan el oxígeno de sus pulmones a todas las partes del organismo. La anemia se define como la disminución de la masa de hemoglobina en el período de gestación; se considera anemia cuando el nivel de hemoglobina en el primer y tercer trimestre es menor a 11 gr% y cuando éste es inferior a 10,5 gr% en el segundo trimestre.

Entre los principales síntomas de la anemia están: fatiga, palpitaciones, somnolencia, taquicardia, palidez, sudoración, manos frías, dolor de cabeza y dificultad para respirar.  Estas manifestaciones, yo las estaba sufriendo pero las achacaba a la ansiedad y al ritmo de trabajo desenfrenado. Ahora entiendo muchas cosas, como ese estado de agotamiento contínuo y la pesadez, cansancio y dolor de piernas que no se calmaba de ninguna manera.

La demanda de hierro durante el embarazo es de 350 mg para el feto y placenta, 450 mg para incrementar la masa de hemoglobina, 250 mg por pérdidas durante el parto y 250 mg por las pérdidas basales. A esto debemos agregar las necesidades cotidianas que tenemos con respecto al hierro. Antes de quedar embarazada la mujer debe obtener aproximadamente 18 miligramos (mg) de hierro a diario. Durante el embarazo, la cantidad de hierro debe aumentar a 27 mg por día.

Alimentación rica en hierro:

– Carnes rojas
– Mariscos
– Aves
– Cereales para el desayuno, pastas y panes enriquecidos
– Avena enriquecida con hierro
– Granos integrales
– Espinacas, brócoli, col rizada y otras verduras de hojas verde
– Papas horneadas con piel
– Frijoles o habichuelas
– Pasas, dátiles, ciruelas, higos, albaricoques
– Nueces y semillas
Los alimentos que contienen vitamina C pueden aumentar la cantidad de hierro que el cuerpo absorbe. Por esta razón, es aconsejable que se ingieran alimentos como zumo de naranja, tomates y fresas.

El café y el té, las yemas de los huevos, la leche, la fibra y la proteína de soja evitan la absorción de hierro. Se debe evitar estos alimentos al comer alimentos ricos en hierro.
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